Tanques y trincheras forman parte del paisaje en los asentamientos ubicados en la zona de influencia del grupo armado. Los pobladores padecen tanto la violencia del EPP como la pobreza extrema.
En algunas zonas del Norte del país se ven paisajes que se asemejan a zonas de guerra. Y mientras la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) libra su lucha contra el EPP, las poblaciones de los distritos de Azotey, Yby Yaú, Horqueta y Paso Barreto viven su lucha cotidiana contra la pobreza y el olvido.
Sin agua potable, caminos transitables, nulo acceso a universidades y una precaria asistencia en salud, se hace más evidente la ausencia del Estado.
Según describe Tomás Ruiz, poblador del asentamiento Núcleo 2, de Arroyito, Horqueta, el mal estado de los caminos es uno de los mayores inconvenientes para las familias campesinas, ya que se dificulta vender sus productos.
"Nosotros entendemos que la presencia del Estado no es solo traer militares, sino darnos las condiciones para vivir como humanos", comenta.
La falta de agua potable es una constante. En el caso del Núcleo 2, solo un pozo provee agua a más de 80 familias. Las familias de la zona cuentan con reservorios donde almacenan en líquido durante hasta 15 días.
"Hace 26 años existe Arroyito y hasta ahora no tenemos agua potable", lamenta Basilicio Ledesma, poblador del primer asentamiento creado en el país.
SEGURIDAD. Esta zona es considerada de influencia del grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y la Agrupación Campesina Armada (ACA), que se desprendió del mismo.
Desde el secuestro del joven Arlan Fick, en abril del 2014, este grupo centró sus últimas actividades en un radio que comprende aproximadamente unos 40 kilómetros cuadrados en esta zona. El último golpe del grupo creado en 2008 se dio en Yby Yaú, el pasado 28 de enero, cuanto secuestró y mató a los alemanes Robert Natto y su esposa Erika Reiser.
ESTUDIOS. ¿Qué harán los jóvenes al concluir la secundaria? Esta es la pregunta que los pobladores se hacen frecuentemente.
La distancia y los costos de viajes diarios y cuotas reducen la posibilidad de continuar con los estudios.
Desde Tacuatí, por ejemplo, los jóvenes viajan 50 kilómetros para estudiar en universidades de Horqueta.
Giancarlo Nava, párroco de Tacuatí desde hace 7 años, señala que para poder estudiar hay que migrar. "Los jóvenes que buscan un futuro mejor deben buscar en otros lugares esta posibilidad. El joven tiene que migrar, tiene que irse al terminar la secundaria, si ya no lo hace antes", describe.
AGRICULTURA. En los asentamiento del Norte, la mayoría de los pobladores se dedican a la agricultura familiar. Cada familia trabaja unas 10 hectáreas en rubros como maíz, sésamo, mandioca y poroto, entre otros.
La sequía y el bajo precio de los productos hicieron que este año sea uno de los peores para el campesinado, describe Victorina Martínez, del asentamiento Núcleo 5.
DE ESO NO SE HABLA. Sobre el EPP no todos quieren hablar. Y aunque unos manifiestan temor, otros, contradictoriamente, afirman que su presencia en la zona no les impide llevar una vida "relativamente" normal.
"Probablemente están por la zona los del EPP, así como se comenta. Tenemos miedo pero como somos pobres y no tenemos dónde ir, aguantamos cualquier cosa a pesar del temor", justifica Lucila González.
Colecta para comprar medicamento
Viajar kilómetros para comprar medicamentos, porque los suministrados a los puestos de salud no abastecen, y la falta de médicos forman parte del cotidiano de poblaciones como Arroyito, Kurusu de Hierro, Nueva Fortuna, Tacuatí, entre otras.
"Nosotros no tenemos ambulancia. Cuando existen casos que debemos derivar pedimos ayuda a la comisaría y los llevamos en patrulleras", comenta Fany Arce, enfermera encargada del puesto de salud en Núcleo 3.
Cuenta que las afecciones respiratorias, vómitos y diarreas son las dolencias más frecuentes en los pobladores.
Lucila González, del asentamiento Nueva Fortuna, se queja de que los remedios no alcanzan para todos.
"Hacemos colecta entre los vecinos para llevar a los enfermos hasta algún hospital, porque nunca hay remedios en los puestos de salud. No tenemos derecho a enfermarnos los fines de semana", agrega.
La mayoría de los puestos que están en la zona brindan atención de 7.00 a 15.00. El de Kurusu de Hierro, en Azotey, solo abre entre semana. Patrulleras y motos se utilizan como ambulancias, ya que estas no existen en casi ningún puesto sanitario.
Con la prolongada ausencia del Estado, los pobladores vieron cómo sus hogares quedaron en medio de un conflicto. Sin grandes esperanzas, los jóvenes migran a otras ciudades, buscando trabajo, estudio, y un futuro.
Sin agua potable, caminos transitables, nulo acceso a universidades y una precaria asistencia en salud, se hace más evidente la ausencia del Estado.
Según describe Tomás Ruiz, poblador del asentamiento Núcleo 2, de Arroyito, Horqueta, el mal estado de los caminos es uno de los mayores inconvenientes para las familias campesinas, ya que se dificulta vender sus productos.
"Nosotros entendemos que la presencia del Estado no es solo traer militares, sino darnos las condiciones para vivir como humanos", comenta.
La falta de agua potable es una constante. En el caso del Núcleo 2, solo un pozo provee agua a más de 80 familias. Las familias de la zona cuentan con reservorios donde almacenan en líquido durante hasta 15 días.
"Hace 26 años existe Arroyito y hasta ahora no tenemos agua potable", lamenta Basilicio Ledesma, poblador del primer asentamiento creado en el país.
SEGURIDAD. Esta zona es considerada de influencia del grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y la Agrupación Campesina Armada (ACA), que se desprendió del mismo.
ESTUDIOS. ¿Qué harán los jóvenes al concluir la secundaria? Esta es la pregunta que los pobladores se hacen frecuentemente.
La distancia y los costos de viajes diarios y cuotas reducen la posibilidad de continuar con los estudios.
Desde Tacuatí, por ejemplo, los jóvenes viajan 50 kilómetros para estudiar en universidades de Horqueta.
Giancarlo Nava, párroco de Tacuatí desde hace 7 años, señala que para poder estudiar hay que migrar. "Los jóvenes que buscan un futuro mejor deben buscar en otros lugares esta posibilidad. El joven tiene que migrar, tiene que irse al terminar la secundaria, si ya no lo hace antes", describe.
AGRICULTURA. En los asentamiento del Norte, la mayoría de los pobladores se dedican a la agricultura familiar. Cada familia trabaja unas 10 hectáreas en rubros como maíz, sésamo, mandioca y poroto, entre otros.
La sequía y el bajo precio de los productos hicieron que este año sea uno de los peores para el campesinado, describe Victorina Martínez, del asentamiento Núcleo 5.
DE ESO NO SE HABLA. Sobre el EPP no todos quieren hablar. Y aunque unos manifiestan temor, otros, contradictoriamente, afirman que su presencia en la zona no les impide llevar una vida "relativamente" normal.
"Probablemente están por la zona los del EPP, así como se comenta. Tenemos miedo pero como somos pobres y no tenemos dónde ir, aguantamos cualquier cosa a pesar del temor", justifica Lucila González.
Colecta para comprar medicamento
Viajar kilómetros para comprar medicamentos, porque los suministrados a los puestos de salud no abastecen, y la falta de médicos forman parte del cotidiano de poblaciones como Arroyito, Kurusu de Hierro, Nueva Fortuna, Tacuatí, entre otras.
"Nosotros no tenemos ambulancia. Cuando existen casos que debemos derivar pedimos ayuda a la comisaría y los llevamos en patrulleras", comenta Fany Arce, enfermera encargada del puesto de salud en Núcleo 3.
Cuenta que las afecciones respiratorias, vómitos y diarreas son las dolencias más frecuentes en los pobladores.
Lucila González, del asentamiento Nueva Fortuna, se queja de que los remedios no alcanzan para todos.
"Hacemos colecta entre los vecinos para llevar a los enfermos hasta algún hospital, porque nunca hay remedios en los puestos de salud. No tenemos derecho a enfermarnos los fines de semana", agrega.
La mayoría de los puestos que están en la zona brindan atención de 7.00 a 15.00. El de Kurusu de Hierro, en Azotey, solo abre entre semana. Patrulleras y motos se utilizan como ambulancias, ya que estas no existen en casi ningún puesto sanitario.
Con la prolongada ausencia del Estado, los pobladores vieron cómo sus hogares quedaron en medio de un conflicto. Sin grandes esperanzas, los jóvenes migran a otras ciudades, buscando trabajo, estudio, y un futuro.
UH