CONCEPCIÓN.- En todo el Departamento de Concepción los caminos están intransitables. Las vías rurales son las más afectadas, lo que motivó a los pobladores a salir este fin de semana con hachas, palas y azadas a repararlas como en la época de los zapadores del Chaco.
Las quejas de los pobladores de diferentes localidades por las vías rurales destrozadas y la falta de respuestas de las instituciones pertinentes se escuchan a diario en el Norte del país. Los distritos de Concepción, Horqueta, Loreto, Yby Yaú, Puentesiño, Paso Barreto, Azotey, Belén y San Carlos son los más afectados.
Sus deplorables carreteras internas obstaculizan el tránsito de vehículos e incluso el desarrollo de actividades escolares, ya que muchos docentes no pueden llegar a las escuelas.
La economía familiar también se ve afectada por la falta de conexión con otras localidades, según los pobladores.
En la comunidad San Roque de Loreto, los habitantes salieron con sus elementos agrícolas como azadas, hachas, machetes y carretas a reparar los caminos. Señalaron que su idea es dejar transitables las vías aunque sea para el paso de carretas y motos.
Pobladores de Sagrada Familia, Concepción, también salieron a la ruta a realizar tareas con sus herramientas de trabajo, ante la falta de soluciones. Sus caminos, al igual que los de muchas otras comunidades, fueron destrozados por las últimas lluvias.
Colapso.
La Gobernación no da abasto a los numerosos reclamos. Sus funcionarios y sus maquinarias trabajan sin descanso, pero no tienen la capacidad suficiente para dar respuestas a tantos pedidos, aseguró Luis Urbieta, titular del Ejecutivo departamental.
Por su parte, el MOPC solo se encarga de reparar los caminos troncales de Puentesiño y Paso Barreto. La antigua ruta 5 que une Concepción-Belén y Horqueta está olvidada.
El consorcio Mantenimiento Rural, adjudicado por G. 16.000 millones para el mantenimiento de 401 km de caminos rurales, no cumple con su cronograma. Todos los caminos que están a su cargo se hallan en mal estado, mientras sus directivos siempre se escudan en la inclemencia del tiempo, según Urbieta.