La precariedad no disminuye las ganas de ayudar

Concepción.- (UH) Alrededor de una centena de pequeños reciben alimento diario mediante una iniciativa del sacerdote de la zona en la ciudad de Concepción. Por ahora, todo es muy precario, pero con ayuda mejorarán el servicio.

Unos 100 niños almuerzan diariamente en el nuevo Centro Comunitario Monseñor Aníbal Maricevich, ubicado en el barrio San Roque de Concepción. La precariedad dificulta un mejor servicio y sus precursores piden ayuda.
La idea fue gestada en la parroquia de la zona, a iniciativas del padre Julián Cristaldo, quien en su recorrida por el lugar observó que existen muchos niños que quedan solos en sus precarias viviendas, cuando sus padres salen a diario a buscar changas para el sustento. Muchos de ellos retornan a la tarde o a la noche mientras los niños quedan, en muchas ocasiones, sin almorzar. Algunos deambulan por las calles pidiendo limosnas.
Es así que la profesora jubilada Eduarda Martínez inició las gestiones y halló la ayuda de Francisco González, vecino de la zona, quien cedió el terreno en el fondo de su vivienda. Así se inició el comedor para 100 pequeños. La Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) aporta algunos víveres, mientras el padre Heraldo Willen dona la carne y panificados, e incluso financió la construcción de un tinglado.
"Vamos a mejorar poco a poco. Construiremos el techo, las paredes dentro de las posibilidades", dijo el sacerdote, que ya tiene otro comedor en otro barrio.Por su parte, la profesora Eduarda Martínez indicó que aún hay muchas necesidades que dificultan un mejor servicio. Citó que precisan de mesas largas y sillas para el almuerzo, materiales para piso, pared y más víveres.
"Esperamos a los voluntarios que quieran constituirse en padrinos para el comedor, necesitamos mucha ayuda", dijo.Francisco González, dueño del inmueble, contó que en su barrio hay mucha pobreza, ya que hay un sector denominado Calaverita, donde se asentaron familias provenientes del campo y se encontraron con una realidad diferente. "Hay muchas familias muy pobres, que muchas veces no tienen nada que comer, yo conozco porque soy el dirigente de este barrio", dijo.

BULLICIO.

A las 11 es la hora en que comienzan a llegar los comensales. Todos concurren dotados de sus cubiertos para la comida y el jugo. De cada vivienda van 3 o 4 niños que para la hora del almuerzo, arman un gran alboroto en el lugar. Tres mujeres y dos hombres colaboran como voluntarios en la preparación de los alimentos y en el servicio. Muchos de los niños inclusive se sientan en el suelo, sobre ladrillos o bancos improvisados, por la falta de comodidades. Cualquier apoyo será bienvenido a los teléfonos: (0331) 240-546 o al (0981) 863-527.