En las comunidades rurales de San Pedro, ni CEPRA ni Fonacide ofrecieron solución a la precariedad de la educación pública. Numerosas construcciones de aulas y sanitarios están inconclusas y abandonadas, por lo que en varias zonas no garantizan el inicio de clases el 24 de febrero. Además, no tienen caminos de todo tiempo, salud ni asistencia a productores.
La colonia Primavera de este distrito es un ejemplo del abandono en que viven las familias campesinas de San Pedro y que se torna cada vez más preocupante.
De las doce instituciones educativas de la colonia Primavera (nueve escuelas y tres colegios), en nueve existen construcciones inconclusas de aulas y sanitarios, que se encuentran abandonadas desde 2010 por la CEPRA. Pese a los reiterados reclamos, las obras nunca tuvieron continuidad.
Este año, así como los anteriores, los alumnos están obligados a usar letrinas comunes o recurrir a sanitarios de los vecinos en horas de clases, desarrollar las actividades bajo árboles y con precarios muebles. Sin embargo, en las comunidades educativas hay personas a quienes indigna esa realidad y reaccionaron.
Es el caso del director del colegio María Auxiliadora, profesor Héctor Insfrán. La Gobernación, administrada por Vicente Rodríguez (ANR), dejó abandonada la construcción de un aula que debió concluir en marzo de 2015, mientras la Municipalidad edifica con cuentagotas otra sala de clases que debió empezar a funcionar en el inicio del año lectivo de 2016.
“Ni CEPRA ni el Fonacide lograron cambiar el rostro de la educación en San Pedro”, insiste impotente el profesor Insfrán.
En la institución que dirige nunca contaron con infraestructura. Solo disponen de un inmueble de tres hectáreas y dan clases en el patio de una escuela.
Contar con bibliotecas sería un lujo para las instituciones, mientras en algunos casos venden comidas para recaudar fondos para pagar el servicio de internet.
Similar situación se presenta en la escuela San Blas del asentamiento Pedro Giménez, de Santa Rosa del Aguaray, donde tampoco garantiza el inicio de clases. Cuentan con obras abandonadas desde 2010 y no tienen sanitarios.
Las familias campesinas en su mayoría sobreviven en medio de la falta de agua potable, energía eléctrica, servicio de salud pública, educación de calidad y caminos en pésimo estado, precaria atención de salud pública. A todo esto se suman la falta de mercado seguro y precio justo de los productos agrícolas.
Todos estos factores inciden negativamente cuando se busca ofrecer una educación digna y mejor calidad de vida a los niños.
ABC
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