Los padres y hermana del sargento primero César Antonio Fernández Carvallo –asesinado por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), según la versión oficial– creen que fue muerto por sus propios compañeros, “tal vez de forma accidental”, dentro de la cadena de errores cometidos en el operativo.
Buscan el asesoramiento de un abogado para conseguir que se practique la autopsia y demandar al Estado. Tampoco creen –repitiendo comentarios del hijo– que el grupo delictivo se trate del EPP, más bien “de gente armada al servicio de los narcotraficantes”.
El hecho ocurrió en la madrugada del día 8 pasado, en Arroyito, Horqueta, departamento de Concepción.
En el barrio Lomas Valentinas, de Villarrica, viven los padres de la víctima, Salomón Ayala Fernández (63) y Juana Bautista Carvallo (59). En Asunción trabaja la hija, Sonia Elizabeth, con permiso por unos días para acompañar a sus padres y otros hermanos, devastados por el dolor y la desesperación.
A nuestra llegada, el lunes de mañana, estuvieron rodeados por parientes y vecinos que procuraban aliviar a los desconsolados padres, como lo venían haciendo desde la madrugada del día ocho, al saberse la noticia. La persona que estaba al otro lado de la línea telefónica les dijo que “en las próximas horas arribará el cadáver por avión en el aeropuerto Silvio Pettirossi”. Y allá se fueron.
“Para que nuestro dolor sea peor –dice Sonia Elizabeth– nos entregaron el cuerpo de mi hermano envuelto en una bolsa de basura, asegurada con cinta de embalaje. No tuvieron ni siquiera la piedad de hacerlo con más respeto. Tampoco tuvimos ni una palabra, menos la presencia, de por lo menos una de las entidades de derechos humanos. Mi hermano fue sacrificado en cumplimiento de su deber con la patria”.
Este deber –intervino el padre– incluye la posibilidad de morir en el ejercicio de la profesión, “pero no la manera en que mi hijo murió. Me dieron algunas explicaciones que yo las rechazo por incoherentes. Para mí no tienen sentido. Mi hijo recibió siete balazos por la espalda. En la posición que me dijeron que estaba –en el quinto lugar detrás de sus compañeros– no es creíble que muriera como murió. Además me dijeron que era zurdo. Es mentira. Él es diestro. Esto es importante acotar porque según sea lo uno o lo otro, determinará su movimiento en el momento de disparar o disponerse a disparar. Con este y otros datos me quedó claro que me estaban mintiendo. La conclusión que tengo es que procuran encubrir algo o a alguien. Mi hijo me decía, también a su hermana, que en esa zona (por donde se mueve el grupo armado) hay mucho dinero del narcotráfico”.
“La presencia policial no es de confiar”
Unos días antes de la tragedia le incorporaron al sargento mayor César Antonio Fernández, porque el camarada a quien le tocaba ir dio parte de enfermo. El sargento mayor tenía bastante experiencia en los operativos contra el EPP y conocía la solvencia profesional y moral de quienes los comandaba. Fernández tenía muchos estudios y entrenamientos que lo situaban entre los mejores. Se inició en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea hasta llegar a las Fuerzas Especiales en la compañía “Espartana”. Era francotirador.
Su experiencia, entonces, le permitía comentar con su padre y con su hermana que nunca daría un buen resultado “la mezcla de policías con militares, entrenados para tareas muy distintas. Varias veces –decía– estábamos a punto de dar con los delincuentes, pero la policía vendía las informaciones a los narcotraficantes que manejan mucho dinero y, por lo mismo, con posibilidades de comprar a sus supuestos perseguidores, exponiéndonos a nosotros, que no nos vendíamos, a ser exterminados en una emboscada. Además, los que están al mando de los operativos, policías y militares, son incapaces moral y profesionalmente de luchar contra los delincuentes que ya se llevaron muchas vidas”.
“Deben ser sumariados y procesados”
El padre y la hermana del sargento mayor Fernández piden que sean sumariados y procesados, “por inútiles”, el general Restituto González y el comisario Antonio Gamarra, responsables de la fuerza conjunta. “Ninguna de estas personas –agregó– puede seguir estando al frente de un operativo que nunca ha dado resultado sino en contra de sus comandados, a los que exponen inútilmente, como el caso de mi hijo. Mire, pusieron policías en el grupo “Espartano” cuyos componentes se entrenaban siempre juntos, se entendían con una mirada, con un movimiento de nariz, con cualquier gesto mínimo. En qué cabeza cabe que pueden tener la misma eficiencia con los remiendos que se le dio. Este solo hecho nos dice que no sirven para estar al frente de un operativo tan delicado. Y porque no sirven es que los narcotraficantes se mueven por una vasta zona de nuestro país con total tranquilidad, con mucho dinero y bien armados”.
El hecho ocurrió en la madrugada del día 8 pasado, en Arroyito, Horqueta, departamento de Concepción.
En el barrio Lomas Valentinas, de Villarrica, viven los padres de la víctima, Salomón Ayala Fernández (63) y Juana Bautista Carvallo (59). En Asunción trabaja la hija, Sonia Elizabeth, con permiso por unos días para acompañar a sus padres y otros hermanos, devastados por el dolor y la desesperación.
A nuestra llegada, el lunes de mañana, estuvieron rodeados por parientes y vecinos que procuraban aliviar a los desconsolados padres, como lo venían haciendo desde la madrugada del día ocho, al saberse la noticia. La persona que estaba al otro lado de la línea telefónica les dijo que “en las próximas horas arribará el cadáver por avión en el aeropuerto Silvio Pettirossi”. Y allá se fueron.
“Para que nuestro dolor sea peor –dice Sonia Elizabeth– nos entregaron el cuerpo de mi hermano envuelto en una bolsa de basura, asegurada con cinta de embalaje. No tuvieron ni siquiera la piedad de hacerlo con más respeto. Tampoco tuvimos ni una palabra, menos la presencia, de por lo menos una de las entidades de derechos humanos. Mi hermano fue sacrificado en cumplimiento de su deber con la patria”.
Este deber –intervino el padre– incluye la posibilidad de morir en el ejercicio de la profesión, “pero no la manera en que mi hijo murió. Me dieron algunas explicaciones que yo las rechazo por incoherentes. Para mí no tienen sentido. Mi hijo recibió siete balazos por la espalda. En la posición que me dijeron que estaba –en el quinto lugar detrás de sus compañeros– no es creíble que muriera como murió. Además me dijeron que era zurdo. Es mentira. Él es diestro. Esto es importante acotar porque según sea lo uno o lo otro, determinará su movimiento en el momento de disparar o disponerse a disparar. Con este y otros datos me quedó claro que me estaban mintiendo. La conclusión que tengo es que procuran encubrir algo o a alguien. Mi hijo me decía, también a su hermana, que en esa zona (por donde se mueve el grupo armado) hay mucho dinero del narcotráfico”.
“La presencia policial no es de confiar”
Unos días antes de la tragedia le incorporaron al sargento mayor César Antonio Fernández, porque el camarada a quien le tocaba ir dio parte de enfermo. El sargento mayor tenía bastante experiencia en los operativos contra el EPP y conocía la solvencia profesional y moral de quienes los comandaba. Fernández tenía muchos estudios y entrenamientos que lo situaban entre los mejores. Se inició en la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea hasta llegar a las Fuerzas Especiales en la compañía “Espartana”. Era francotirador.
Su experiencia, entonces, le permitía comentar con su padre y con su hermana que nunca daría un buen resultado “la mezcla de policías con militares, entrenados para tareas muy distintas. Varias veces –decía– estábamos a punto de dar con los delincuentes, pero la policía vendía las informaciones a los narcotraficantes que manejan mucho dinero y, por lo mismo, con posibilidades de comprar a sus supuestos perseguidores, exponiéndonos a nosotros, que no nos vendíamos, a ser exterminados en una emboscada. Además, los que están al mando de los operativos, policías y militares, son incapaces moral y profesionalmente de luchar contra los delincuentes que ya se llevaron muchas vidas”.
“Deben ser sumariados y procesados”
El padre y la hermana del sargento mayor Fernández piden que sean sumariados y procesados, “por inútiles”, el general Restituto González y el comisario Antonio Gamarra, responsables de la fuerza conjunta. “Ninguna de estas personas –agregó– puede seguir estando al frente de un operativo que nunca ha dado resultado sino en contra de sus comandados, a los que exponen inútilmente, como el caso de mi hijo. Mire, pusieron policías en el grupo “Espartano” cuyos componentes se entrenaban siempre juntos, se entendían con una mirada, con un movimiento de nariz, con cualquier gesto mínimo. En qué cabeza cabe que pueden tener la misma eficiencia con los remiendos que se le dio. Este solo hecho nos dice que no sirven para estar al frente de un operativo tan delicado. Y porque no sirven es que los narcotraficantes se mueven por una vasta zona de nuestro país con total tranquilidad, con mucho dinero y bien armados”.
Fuente: ABC