CONCEPCIÓN. Dos hermanos que viven en la Villa Hechapyrã de la ciudad de Yby Yaú caminan todos los sábados un total de 20 kilómetros para ir a aprender a ejecutar guitarra en el centro de esa ciudad y volver a su casa.
El placer de tocar música y regresar a casa con nuevo repertorio es más que un justificativo, fue la respuesta que dieron al profesor Crescencio Ruiz García cuando les consultó si no se cansaban con la larga caminata.
Se trata de los hermanos Eugenio (12) y Nolberto Moraes (14), que deben caminar desde la casa donde viven, ubicada en la Villa Hechapyrã, a 10 kilómetros de la Casa de la Cultura, donde se imparten las clases los sábados.
Se levantan temprano y guitarras en mano se sacrifican caminando los 10 kilómetros para llegar puntualmente a la clase y una vez que llega la hora del final de clase vuelven a sus domicilios nuevamente. Totalizando unos 20 kilómetros de sacrificada caminata.
El encargado de las clases se sorprendió al conocer la historia de los hermanos Moraes y les consultó si no se cansaban al caminar tantos kilómetros.
“Me contestaron que están acostumbrados y, además, tienen la motivación de retornar a la casa con un nuevo repertorio, es más que un justificativo”, señaló el profesor Ruiz García.
Añadió que “cada vez me sorprendo más el entusiasmo de niños que no escatiman esfuerzo para aprender. Son talentos esparcidos por todo el territorio patrio que no renuncian a sus sueños. Solo quieren oportunidad”, sostuvo el profesor.
Además de aprender a ejecutar la guitarra en el lugar se dan clases de arpa, teclado, violín y danza, surgió de la mano del programa Sonidos de la Tierra, pero se debe renovar el convenio, informó el profesor Crescencio Ruiz García.
ABC
Se trata de los hermanos Eugenio (12) y Nolberto Moraes (14), que deben caminar desde la casa donde viven, ubicada en la Villa Hechapyrã, a 10 kilómetros de la Casa de la Cultura, donde se imparten las clases los sábados.
Se levantan temprano y guitarras en mano se sacrifican caminando los 10 kilómetros para llegar puntualmente a la clase y una vez que llega la hora del final de clase vuelven a sus domicilios nuevamente. Totalizando unos 20 kilómetros de sacrificada caminata.
El encargado de las clases se sorprendió al conocer la historia de los hermanos Moraes y les consultó si no se cansaban al caminar tantos kilómetros.
“Me contestaron que están acostumbrados y, además, tienen la motivación de retornar a la casa con un nuevo repertorio, es más que un justificativo”, señaló el profesor Ruiz García.
Añadió que “cada vez me sorprendo más el entusiasmo de niños que no escatiman esfuerzo para aprender. Son talentos esparcidos por todo el territorio patrio que no renuncian a sus sueños. Solo quieren oportunidad”, sostuvo el profesor.
Además de aprender a ejecutar la guitarra en el lugar se dan clases de arpa, teclado, violín y danza, surgió de la mano del programa Sonidos de la Tierra, pero se debe renovar el convenio, informó el profesor Crescencio Ruiz García.
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