Antes de ingresar a la cárcel, Carlos era empleado en su natal Horqueta, Concepción. Se hizo costurero dentro de la Penitenciaría Nacional después de participar de un curso que implementó el Sistema Nacional de Formación y Capacitación Laboral (SINAFOCAL) en convenio con la cartera de Justicia y abrió su taller en el 2015, cosiendo pantalones de jeans y remeras tipo polo inicialmente.
Ahora produce delantales para FR Ideas. “La máquina de coser me cambió la vida, gano bien y me espera un futuro al recuperar la libertad”, afirma el interno que lleva 6 años de los 22 que le pesan de condena.
El hombre se arrepiente por su error, pide perdón y lleva un buen comportamiento que podría reducirle la pena. Salió adelante en un oficio y ahorra dinero porque al salir en libertad anhela montar su taller de costura, parte de lo que gana también envía a su madre para ayudarla.
“Estando aquí recluido, también les hago pasar mal a mamá y a mis siete hermanos, por eso quiero que vean mis esfuerzos. Deseo volver a casa, recuperar a mi pareja y mi niña de ocho años, porque de verdad aprendí la lección”, admite.
Los delantales son de estilo vintage con toques de la idiosincrasia del paraguayo. Se confeccionan en cuero puro y combinación de dos cueros o jeans con tiras y detalles en cuero y herrajes de metal, llevan logos, nombres y leyenda en láser, grabados o bordados. Tienen tiras anatómicas cruzadas en la espalda y bolsillos para el celular. Los compartimientos varían, las de parrilleros incorporan argollas porta chairas o trapos, y la de los estilistas, bolsillos para tijeras, peines, rociadores y navajas.
“Puedo tener listo un delantal sencillo en 45 minutos; con más detalles, me lleva hora y media. Los de cuero, coso yo, porque allí no te podes equivocar”, comenta el destacado.
La demanda de aprones se da todo el año y el producto es competitivo en el plano local resultado de fusionar buen cuero o género, perfecto acabado y precios que se ajustan a la posibilidad del cliente, desde 200 mil a 700 mil guaraníes.
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