Vallemí un lugar distante y olvidado

Debe ser prioridad de nuestros gobernantes atender a los compatriotas que habitan lugares que están alejados de nuestra cotidianidad.

Vallemí es uno de esos lugares que siguen esperando el progreso. Imposible concebir imaginariamente la extrema desconexión que vive esa bellísima población del norte del territorio paraguayo.
Cuando por todos los espacios compartimos la idea de que la globalización llegó con todo, allí no ha pasado el tiempo y los avances tecnológicos no han superado las limitaciones de un elemento fundamental: la distancia.
Llegamos hace poco hasta Vallemí para hacer realidad el aporte social de este medio de comunicación de capacitar a los docentes y la realidad con la que nos encontramos es impactante: a 180 km de la capital departamental, se llega por diferentes medios pero no en menos de 7 horas desde Concepción, el camino en varios tramos es únicamente transitable en un vehículo de doble tracción y, si algún otro vehículo tuvo inconvenientes en el puente o en el arroyo, no queda otra que la resignación, ya que no queda espacio para otro, lo experimentamos en nuestro viaje. Además, hablar de las carencias materiales y edilicias es reiterativo. ¡Qué contraste con la calidad humana de los pobladores!
Y qué momento oportuno es este que estamos viviendo para aunar esfuerzos y ejecutar proyectos que revitalicen y den real sentido de progreso a nuestro Paraguay. Debe ser prioridad de nuestros gobernantes atender a los compatriotas que habitan lugares que se vuelven alejados de nuestra cotidianidad a fuerza de olvido. Apostemos a lo que realmente nos puede llevar a hacer realidad la intención de todos los paraguayos: salir adelante. Esto lo lograremos únicamente con la educación. Atender el problema educativo, no solo de Vallemí, sino de todo Paraguay debe ser una prioridad. Nuestro Ministerio de Educación y Cultura debe darse un sacudón y ponerse a tono para responder con sus nuevos paradigmas a tan añejas necesidades. Es hora de romper estructuras, acabar con la excesiva burocracia, componer cuadros, construir nuevos espacios y reorientar rumbos. Sobre todo los docentes debemos poner el hombro en esta reconstrucción. ¿Acaso no lo hemos hecho siempre que se necesitó de mano de obra calificada y de un desempeño patriótico? No va a ser la primera vez. Entonces, si cada uno aporta lo suyo con trabajo honesto, calificado y con profunda proyección humanista podremos lograr lo que en otros países ya es realidad.
No todo está mal. Atendiendo a los lineamientos de la Reforma Educativa, cumplimos metas trazadas en la ejecución, pero creemos oportuno el momento de "evaluar el proceso" de la implementación para reorientar de acuerdo a las falencias detectadas, porque tenemos varias y algunas saltan a la vista de cualquiera. Me expreso así no para descalificar, sino para que podamos los docentes aportar lo que conocemos a partir de lo que aprendimos, aplicamos y sabemos que está bien.
Y, por favor, no olvidemos de nuevo que el país no termina en la Calle Última.