Tierra rica en superficie y tierra profunda con minerales sin explotar. Y, sin embargo, es uno de los departamentos más empobrecidos del Paraguay.
Población que ha sufrido a lo largo de siglos el acoso sistemático. En la colonia de los españoles que se establecieron para frenar el avance de la colonia portuguesa. Después de la Guerra Grande su territorio, con su gente dentro, fue comprado por las grandes empresas extranjeras. Ahora, sufren con la soja agroexportadora, la ganadería intensiva y los narcos. Y, por si les faltara algo, ahora también es una zona militarizada, donde los derechos humanos no siempre se respetan.
La consecuencia es que la población rural decrece en el departamento. Entre los años 1991 y 2008 los miembros de hogares rurales bajaron de más de 95.000 a alrededor de 74.000 personas. Según otra fuente, desde 1997 hasta 2002 abandonaron el departamento más de 14.000 concepcioneros.
Y esta disminución de campesinos no tiene como única explicación la precariedad de un mercado laboral. Sino también, y mucho, a las relaciones conflictivas constantes entre un modelo expansivo y excluyente y el modo de vida rural tradicional.
“Un paraguayo se puso a vender frutas en su propiedad de 20 hectáreas, que limita con establecimientos ganaderos de brasileños que realizaron una oferta de compra que fue rechazada. Esto activó “el acoso sistemático”: quema de un depósito e intento de la vivienda y otros actos intimidatorios, al final tuvo que vender su tierra a sus verdugos y marcharse lejos”.
En lugar de enviar militares, con esa plata se debió hacer un reforma agraria departamental.
Hermanos concepcioneros, estamos con ustedes.
UH
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