La colonia Jorge Sebastián Miranda, ubicada a poco más de 105 kilómetros al noreste de esta capital departamental, cuenta con 2.500 habitantes, la mayoría de los cuales trabaja en los establecimientos ganaderos locales o de otras poblaciones vecinas.
En Hugua Ñandu, como es más conocida la localidad, se han perpetrado aproximadamente 30 ejecuciones desde 1992, año en que se instalaron en la comunidad Modesto Espinoza (37) y su esposa Asunción Báez (37). La pareja vive en el barrio Las Mercedes, a poco menos de 200 metros de la casa donde fue asesinado el dirigente campesino y supuesto administrador del EPP –según la Policía– Martín Ocampo Páez.
El matrimonio recordó que desde que se mudaron a Hugua Ñandu junto con sus hijos ocurrieron numerosas muertes por encargo. Enfatizaron que los casos más comunes eran los homicidios entre vecinos que mantenían diferencias, una vieja práctica en los pueblos rurales.
La pareja mencionó además que en los primeros años de la década anterior creció la población con familias que migraban desde otros puntos, en coincidencia con el aumento de los crímenes. Sin embargo, el descontrol en la modesta comunidad comenzó a partir de la incursión en la zona de militantes del EPP, cuyos movimientos en los espesos montes que rodean el área son conocidos hace unos cinco años. Desde entonces, se han producido numerosos asesinatos de gente que supuestamente “molestaba” a los militantes del grupo subversivo, quienes adoptaron a la colonia como un “bastión” para los entrenamientos paramilitares de los componentes del brazo armado.
Crimen significativo
Uno de los casos más significativos ocurridos en la localidad de Hugua Ñandu fue el crimen del suboficial inspector de Policía Tranquilino Vega, quien fue ultimado a balazos en julio de 2003. La Policía capturó a un sospechoso el 20 de diciembre de 2008, pero posteriormente comenzó una serie de ejecuciones ligadas a “ajustes de cuentas” entre miembros de organizaciones criminales.