El pasado lunes 23 del presente mes tuve la satisfacción de participar, en la ciudad de Concepción, en la “apertura oficial del año escolar 2015” celebrada por la ministra de Educación y Cultura, Sra. Marta Lafuente, y sus más directos colaboradores del ministerio (viceministros, directores, secretario general, etc…), que contaron con la presencia y el apoyo del presidente de la República, Sr. Horacio Cartes.
¿Por qué en Concepción? Es evidente en el lenguaje críptico la intención sociopolítica de la elección de la ciudad de Concepción y de la sencilla y acogedora Escuela Básica número 294, Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia.
El discurso de la directora de la escuela fue perfecto para darnos la bienvenida y contextualizar el acto. Perfecto en su expresión y dicción, en su brevedad y en su prudente sugerencia. Estábamos en una escuela dinámica, creciendo física y profesionalmente, inclusiva, lista para secundar el nuevo emprendimiento del MEC y trabajar con niñas y niños en la importantísima educación inicial desde los tres años de edad.
El discurso de la Sra. ministra llenó las expectativas: concreto, con mucha e importante información, positivo, tratando de hechos y no de teorías, de programas en marcha y no hipótesis de promesas, por encima de cualquier tipo de posible o real agresión, ofreciendo servicio y entusiasmo, en lenguaje llano que pudieron entender todos, casi casi hasta los alumnos pequeñitos de educación inicial que adornaban con su belleza y sus globos las primeras filas de la audiencia.
Los jóvenes estuvieron presentes y dijeron cantando el mensaje de la esperanza, allí extraordinariamente emotivo, hasta gritar melódicamente “que se puede lograr lo imposible”.
El Presidente de la República, acompañado de ministros y autoridades locales, con su lenguaje corporal y gestual, relajado y a gusto, reforzaba las afirmaciones de compromiso, trabajo, profesionalidad y esperanza.
La presencia de la Sra. Leslie A. Bassett, embajadora de los Estados Unidos, no pasó desapercibida, aun siendo extremadamente sencilla y sin especial protocolo para su ubicación y acompañamiento. En interpretación del lenguaje total, solamente su presencia precisamente en Concepción, para un acto educativo escolar, está cargada de intencionalidad y mensajes. La sabiduría popular dice que “para buen entendedor sobran las palabras”.
El acto tuvo explícita significación social porque allí estaba la comunidad educativa total, con representantes de distintos sectores de la sociedad concepcionera, de diferentes edades, en convivencia alentadora mezclados con los profesionales de la educación y los estudiantes.
Sin duda, se trataba de un acto cultural. Los principales agentes de promoción y desarrollo de la cultura coincidieron en la misma carpa desde las diez de la mañana.
Pero el acto, por la presencia del Presidente de la República, de los ministros, del gobernador, del Intendente, de las autoridades locales y específicamente por celebrarse en Concepción, fue un acto trascendido por la dimensión política.
El Gobierno, especialmente desde el Poder Ejecutivo, ha llevado a Concepción no solo su apoyo moral, sino una propuesta sustantiva y radical. El futuro de todos los paraguayos, el bienestar de la ciudadanía, el desarrollo humano, social, económico y político se construye con y desde la educación en convivencia de paz, en libertad, respetando los derechos humanos de todos, desde los más pequeños, colaborando juntos en la construcción del Bien Común.
La violencia, los asesinatos, los secuestros, las drogas y el narcotráfico, el terrorismo… destruyen las familias, la sociedad, la convivencia, la paz, sembrando injusticias radicales y arbitrarias, la muerte y hasta la cultura de la muerte, que atropella los derechos fundamentales de todos.
Ningún país en la historia y en el mundo ha triunfado y construido la vida, la libertad y la paz con el terror.
La propuesta y la esperanza están en la humanización, en la educación que colabora con las familias y la ciudadanía toda en ayudar a niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos a lograr la madurez de todas sus potencialidades para ser ciudadanos constructores y partícipes de un nuevo y soñado Paraguay.
El camino pasa necesariamente por la educación. Jamás por la violencia.
ABC