El religioso dijo que si los campesinos contínúan vendiendo sus lotes y se trasladan a las urbes, aumentarán los cinturones de pobreza, y los jóvenes que vengan a esta ciudad y otras se convertirán en patoteros, prostitutas, drogadictos y no tendrán qué comer.
Señaló que a consecuencia de la pobreza que crece, la delincuencia aumenta y los robos, asaltos y otros hechos delictivos son constantes en casi todo el país.
Cáceres manifestó que el Ministerio de Educación y Ciencias y el Ministerio de Agricultura y Ganadería deben fomentar la educación agraria con las nuevas técnicas para que los campesinos no abandonen sus tierras, porque la educación es el único camino para que las familias rurales salgan de la pobreza.
Sostuvo que el labriego que tiene unas pocas hectáreas de tierras cuenta con una riqueza en la que debe priorizar los cultivos de consumo como frutas, verduras y hortalizas, la cría de vacas lecheras, animales menores y aves de corral, pero no lo hace por ignorancia.
El presbítero opinó que el labriego que se mude a las ciudades observará los supermercados o despensas y, cuando sienta hambre, tratará de conseguir alimento a través de la delincuencia porque no existen fuentes de trabajo.
En ese sentido indicó que ni el actual Gobierno ni los anteriores desarrollan programas de educación agraria que permitan al campesinado saber trabajar la tierra.
Por otra parte, instó a los jóvenes campesinos que no miren solamente la chacra sino que se capaciten en algunos oficios para tener trabajo, porque en las localidades rurales también se necesitan peinadoras, plomeros, electricistas y otros servicios.