
Según Teófilo Garcete, Pilo Torales y Ramón Cácera, profesionales en el oficio de crear calzados, Horqueta se caracterizaba por contar con los mejores en el rubro de la zapatería, que por cierto resultaba muy lucrativo. Esto fue desde los años 50 hasta la década del 90.
Los artesanos coincidieron al señalar que desde finales de los 80 empezó a decaer el negocio y que actualmente solo perciben ingresos económicos mediante la reparación de calzados, incluyendo los deportivos.
Competencia
Los calzados importados, que en su mayoría ingresan de Brasil y Argentina, se adueñaron del mercado nacional y regional, debido a su bajo costo y atractiva presentación, aunque no resultan tan duraderos como los elaborados en cuero.
Ante la situación, en esta zona del país la mayoría de las zapaterías cerraron sus puertas y unas pocas tratan de sobrevivir, cumpliendo con los pedidos de algunos férreos consumidores o derivando sus conocimientos hacia otras ramas, como la tapicería.
Tal es así que Juan Marcelino Vera dijo que continúa fabricando zapatones, aperos, cinturones y otros productos, especialmente para los ganaderos.
Atanacildo Vázquez decidió dedicarse a la tapicería, fabricando asientos de vehículos y reparación de sofás.
Por su parte, Carlos Ayala dijo que aún se dedica a la zapatería, pero solamente para fabricar zapatos escolares y sandalias.
Indicó que la zapatería es una vocación de familia, razón por la cual decidió no apartarse del negocio mientras pueda sostenerlo, según afirmó.
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