El viernes 7 de mayo, poco antes del mediodía, la oficina de inteligencia militar envió un reporte urgente a la fuerza de tareas instalada en la 4ª División de Infantería, Concepción. Llovía intensamente ese día en la ciudad. El documento confidencial señalaba que Magna Meza estaría en la localidad de Hugua Ñandu, en la noche del sábado 8 de mayo, en el festejo de cumpleaños de un hijo suyo. El informe cumplió el protocolo de verificación, análisis y control cruzado de datos.
Desde Asunción, inteligencia militar adjuntó un croquis del sitio donde tendría lugar el festejo junto con una imagen satelital. El punto de referencia era la estancia La Blanca, debido a que la vivienda donde tendría lugar el cumpleaños se encontraba a mil metros del establecimiento.
El informe tenía una observación: “Especial cuidado con la comisaría de Hugua Ñandu, se tiene confirmación de que los policías actúan de campana. No pasar enfrente”.
En la siesta del mismo día, el estado mayor de la Fuerza Operacional Conjunta mantuvo una reunión. Objetivo: definir acciones militares ante el informe de inteligencia.
Se resolvió infiltrar efectivos de inteligencia en Hugua Ñandu y realizar un control cruzado de datos, con grupos que ya estaban operando en el sector.
A las 16:00 llegó un segundo reporte de la oficina de inteligencia militar. El informe daba cuenta de que Magna Meza podría estar en Guarambaré o en Quiindy, pero realizaba la aclaración de que no existió confirmación y que el dato podría ser un elemento distractor, a fin de dispersar esfuerzos en el seguimiento.
Ese mismo día, a las 18:00 horas, la oficina de inteligencia militar comunicó telefónicamente que no consideraba válido el informe de que Magna Meza pudiera estar en una de esas localidades y que la alerta de su presencia en Hugua Ñandu se mantenía.
Desde Asunción comunican que la información es confiable, dando luz verde a la opción de implementar una operación militar para detener a la terrorista del Ejército del Pueblo Paraguayo.
Planificación de la operación
El sábado 8 de mayo la lluvia apenas dio un respiro al norte del país. La precipitación seguía en forma intermitente y los caminos se encontraban anegados. Esa mañana el efectivo de inteligencia de la Fuerza Operacional Conjunta se instaló en Hugua Ñandu.
Ese día se dedicó a la planificación de una operación militar, teniendo como escenario la presencia de Magna Meza en la vivienda de Yamil Rojas, lindante con el club de lazo de Hugua Ñandu, predio perteneciente a la misma familia.
El sitio inicialmente previsto para el festejo se encuentra a 80 metros de la comisaría policial, sobre la misma calle.
La planificación se realiza sobre la base de establecer dos grupos de operaciones: el primero, responsable de ingresar en la vivienda de la familia Rojas; el segundo, con la misión de cercar el bar La Coloniera, donde según la información de inteligencia, estarían entre cinco y siete miembros de la seguridad de Magna Meza.
Otros dos grupos tendrían la responsabilidad de establecer perímetros: el primero, alrededor de los grupos de combate; y el segundo, con la tarea de cercar por completo Hugua Ñandu, con hombres cada 70 metros en los caminos de la colonia.
A las 09:30 del sábado, el efectivo infiltrado se comunica con la Fuerza Operacional Conjunta, confirma que el cumpleaños se llevará a cabo en la casa de la familia Rojas, pero aclara que será de una joven de 15 años, no de una criatura.
A las 13:00, nuevo contacto con el oficial infiltrado: informa que la celebración tendrá lugar dentro del predio del club de lazo. Esta nueva información obligó a cambiar parte de la planificación de operaciones, debido a que un pequeño monte linda con el club, lo que facilitaría la fuga de los delincuentes.
A las 16:00 nueva llamada de inteligencia en Hugua Ñandu: se cambió el sitio de festejo. Los padres de la quinceañera, la profesora Rosa Gladys Giménez y el suboficial de Policía Fermín Colmán, recibirían a los invitados en su casa.
Informó que el anillo de seguridad de Magna estaría en el albergue Rebeca, pegado al bar La Coloniera y que serían entre cinco y siete hombres armados; advierte sobre la posibilidad de enfrentamiento.
Los planes iniciales cambiaron y la vivienda del suboficial de Policía se convirtió en objetivo principal de la Fuerza Operacional Conjunta.