Si las fallas se deben a la poca compactación del núcleo del terraplén, de nada servirían las nuevas capas que se agregan |
Es de rigor que en el tiempo que transcurre desde el estudio de campo al inicio de los trabajos, los daños seguirán progresando y que necesariamente deberán ser incluidos.
La construcción del ramal Concepción-Pozo Colorado del km 18 al km 146, con financiamiento local, comenzó en 1999 y concluyó en el 2002. Fue adjudicada a la empresa Benito Roggio e Hijos SA y la fiscalización estuvo a cargo del MOPC. El costo de adjudicación rondó los US$ 200.000 el km, pero como tuvo un sobrecosto de más del 51%, esto hizo que finalmente esta ruta terminara costando más de US$ 410.000 el km.
Los primeros hundimientos y peladuras de la calzada “terminada” en la ruta Concepción-Pozo Colorado ya habían comenzado a manifestarse durante su construcción. Ello hizo que desde su recepción en 2006 el MOPC invirtiera ingentes recursos en su mantenimiento, solo para paliar de manera “provisoria” el peligro que representaban los numerosos cráteres para los conductores desprevenidos.
Hasta el momento, el Ministerio no dio a conocer los detalles técnicos que motivaron las fallas prematuras en esta obra.
Es probable entonces que si no se solucionan los problemas que originaron las fallas que se reflejan en el paquete estructural, los trabajos que se llevarán a cabo fracasen nuevamente y al cabo de dos o tres años aparezcan nuevamente los baches, y la obra se transforme en otro agujero negro para los contribuyentes.
La “patria del recapado”
Es sabido que el negocio para las vialeras estaría en el recapado más que en la construcción, pues la construcción se da una vez y los recapados, que son periódicos, es de por vida.
El caso de la Ruta IV, Ruta IX y el ramal Concepción-Pozo Colorado, por nombrar las más cuestionadas, que representan el 20% de la red troncal mejorada, es claro ejemplo de ello.
En el caso de las licitaciones de “recapados”, también es sabido que se presta a especulaciones, dado el tiempo que transcurre desde el estudio de campo (llamado relevamiento del estado de obra) al inicio de los trabajos.
En efecto, dado que por lo general transcurre 3 ó 4 años en la preparación de los pliegos, las especificaciones técnicas, publicaciones, estudio de ofertas, etc. los deterioros seguirán progresando. Esto las vialeras lo saben muy bien y de antemano.
Vale decir, que si por ejemplo se adjudica la reparación de un 60% del tramo (que justificaría la inversión), durante la construcción se incluirá el resto del tramo con el eterno pretexto de que el proyecto “está obsoleto”, lo que termina elevando el costo final más allá de toda previsión. Para ello se recurre a sucesivas modificaciones del proyecto y prórrogas del plazo contractual, por lo que la “reparación” de Concepción- Pozo Colorado podría traspasar la barrera de 1.000.000 de dólares el km.
Estrechan filas
Los primeros hundimientos y peladuras de la calzada en la ruta Concepción-Pozo Colorado ya habían comenzado a manifestarse durante su construcción. Luego, los deterioros siguieron progresando a tal punto de convertirse en una peligrosa trampa para los desprevenidos conductores.
Pero pese a estos antecedentes por todos conocidos y el estado desastroso que se observaba en gran parte de la obra, para no dejar cabos sueltos de las grandes “tragadas” viales (en su mayoría patrocinadas desde el mismo ministerio), el entonces titular de la Cartera del MOPC, José Alberto Alderete, contrató a la consultora brasileña STRATA, cuyo responsable fue el Ing. Paulo Gontijo, para monitorear 600 km de las peores rutas del país, por lo que algunos de los más “encumbrados empresarios” estaban siendo seriamente cuestionados y muy señalados por la sociedad.
Dicho “monitoreo” costó a los contribuyentes US$ 400.000 el km, incluyó además la Ruta IV (San Ignacio- Pilar), Ruta IX (las bioceánicas), el ramal Concepción- Pozo Colorado (las peores rutas jamás construidas en la región).
El resultado de este “monitoreo” (que la Contraloría obviamente se “olvidó” de examinar) sorprendió más de la medida a los principales referentes viales, pues de manera burlesca concluyó que a nuestras rutas solo le “faltó cariño” (no había culpables), consumándose así uno de los blanqueamientos viales más vergonzosos y espectaculares de todos los tiempos.
La construcción del ramal Concepción-Pozo Colorado del km 18 al km 146, con financiamiento local, comenzó en 1999 y concluyó en el 2002. Fue adjudicada a la empresa Benito Roggio e Hijos SA y la fiscalización estuvo a cargo del MOPC. El costo de adjudicación rondó los US$ 200.000 el km, pero como tuvo un sobrecosto de más del 51%, esto hizo que finalmente esta ruta terminara costando más de US$ 410.000 el km.
Los primeros hundimientos y peladuras de la calzada “terminada” en la ruta Concepción-Pozo Colorado ya habían comenzado a manifestarse durante su construcción. Ello hizo que desde su recepción en 2006 el MOPC invirtiera ingentes recursos en su mantenimiento, solo para paliar de manera “provisoria” el peligro que representaban los numerosos cráteres para los conductores desprevenidos.
Hasta el momento, el Ministerio no dio a conocer los detalles técnicos que motivaron las fallas prematuras en esta obra.
Es probable entonces que si no se solucionan los problemas que originaron las fallas que se reflejan en el paquete estructural, los trabajos que se llevarán a cabo fracasen nuevamente y al cabo de dos o tres años aparezcan nuevamente los baches, y la obra se transforme en otro agujero negro para los contribuyentes.
La “patria del recapado”
Es sabido que el negocio para las vialeras estaría en el recapado más que en la construcción, pues la construcción se da una vez y los recapados, que son periódicos, es de por vida.
El caso de la Ruta IV, Ruta IX y el ramal Concepción-Pozo Colorado, por nombrar las más cuestionadas, que representan el 20% de la red troncal mejorada, es claro ejemplo de ello.
En el caso de las licitaciones de “recapados”, también es sabido que se presta a especulaciones, dado el tiempo que transcurre desde el estudio de campo (llamado relevamiento del estado de obra) al inicio de los trabajos.
En efecto, dado que por lo general transcurre 3 ó 4 años en la preparación de los pliegos, las especificaciones técnicas, publicaciones, estudio de ofertas, etc. los deterioros seguirán progresando. Esto las vialeras lo saben muy bien y de antemano.
Vale decir, que si por ejemplo se adjudica la reparación de un 60% del tramo (que justificaría la inversión), durante la construcción se incluirá el resto del tramo con el eterno pretexto de que el proyecto “está obsoleto”, lo que termina elevando el costo final más allá de toda previsión. Para ello se recurre a sucesivas modificaciones del proyecto y prórrogas del plazo contractual, por lo que la “reparación” de Concepción- Pozo Colorado podría traspasar la barrera de 1.000.000 de dólares el km.
Estrechan filas
Los primeros hundimientos y peladuras de la calzada en la ruta Concepción-Pozo Colorado ya habían comenzado a manifestarse durante su construcción. Luego, los deterioros siguieron progresando a tal punto de convertirse en una peligrosa trampa para los desprevenidos conductores.
Pero pese a estos antecedentes por todos conocidos y el estado desastroso que se observaba en gran parte de la obra, para no dejar cabos sueltos de las grandes “tragadas” viales (en su mayoría patrocinadas desde el mismo ministerio), el entonces titular de la Cartera del MOPC, José Alberto Alderete, contrató a la consultora brasileña STRATA, cuyo responsable fue el Ing. Paulo Gontijo, para monitorear 600 km de las peores rutas del país, por lo que algunos de los más “encumbrados empresarios” estaban siendo seriamente cuestionados y muy señalados por la sociedad.
Dicho “monitoreo” costó a los contribuyentes US$ 400.000 el km, incluyó además la Ruta IV (San Ignacio- Pilar), Ruta IX (las bioceánicas), el ramal Concepción- Pozo Colorado (las peores rutas jamás construidas en la región).
El resultado de este “monitoreo” (que la Contraloría obviamente se “olvidó” de examinar) sorprendió más de la medida a los principales referentes viales, pues de manera burlesca concluyó que a nuestras rutas solo le “faltó cariño” (no había culpables), consumándose así uno de los blanqueamientos viales más vergonzosos y espectaculares de todos los tiempos.