Actualmente, solo los funcionarios públicos alivian la economía de la ciudad, dijeron.
Los comerciantes afirmaron que en los últimos años logran obtener más ingresos solamente cuando los beneficiarios del programa Tekoporã de la Secretaría de Acción Social (SAS) reciben sus transferencias, así como cuando el Ministerio de Hacienda libera fondos para la tercera edad o cuando los funcionarios públicos, principalmente docentes, perciben sus haberes, indicó Jorge Centurión.
El comerciante Centurión manifestó que ese movimiento efímero de dinero crea cierto alivio económico en la ciudad, pero después las ventas disminuyen. Añadió que para cambiar esta asfixiante realidad urge que el gobierno de Horacio Cartes implemente una política agraria.
Los que mueven el comercio en la zona son los campesinos, que reciben esas “migajas” del Gobierno, debido a que los labriegos no cultivan rubros de renta para generar dinero, según expresaron. Indicaron que tampoco la producción del sésamo es rentable para los campesinos, que ahora piden implementar programas para recuperar el cultivo del algodón o contar con alternativas.
Eustaquio Barrios, uno de los comerciantes de este distrito, dijo que en las últimas décadas del siglo pasado el comercio de la zona era movido por la producción de algodón, tártago, coco y el locote, que originaban importantes ingresos en el campo y dinamizaba los diversos sectores de la economía local. Actualmente, ya no se cultivan, razón por la cual algunos comercios cerraron sus puertas, indicó.
Manifestó que el Gobierno debe fomentar una política agraria para propiciar trabajo en el campo. “Hoy, al no tener motivación para trabajar sus tierras, los campesinos las venden a extranjeros y emigran a las ciudades, donde forman las villas, los cinturones de pobreza”, explicó.
“En las urbes tampoco encuentran fuentes de trabajo, y por eso muchos caen en la delincuencia”, dijo Barrios.
ABC