En la región de San Lázaro se cuenta hasta ahora con bosques vírgenes todavía resguardados, en gran medida, por un pésimo camino que conduzca a los depredadores de las riquezas naturales a los centros de comercialización.
Es de recordar que desde mediados de la década del 60, y todos los siguientes 10 a 15 años, pasaban al Brasil por la frontera seca, diariamente, centenares de camiones que transportaban nuestras maderas para alimentar los cientos de aserradores que se diseminaban como hongos a lo largo de la frontera.
Nuestro diario, también diariamente, denunciaba en todos los tonos tamaño crimen ecológico, pero ninguna autoridad se daba por aludida, porque sencillamente estaba en el negocio. Gente del Instituto de Bienestar Rural (IBR), Gobernación, Aduana, Policía, jueces, hacían su negocio mirando otro lado cuando los rollotraficantes nos iban dejando sin madera.
El resultado ahí está: donde estaban los bosques, hoy tenemos una mesa de billar.
Es de recordar que desde mediados de la década del 60, y todos los siguientes 10 a 15 años, pasaban al Brasil por la frontera seca, diariamente, centenares de camiones que transportaban nuestras maderas para alimentar los cientos de aserradores que se diseminaban como hongos a lo largo de la frontera.
Nuestro diario, también diariamente, denunciaba en todos los tonos tamaño crimen ecológico, pero ninguna autoridad se daba por aludida, porque sencillamente estaba en el negocio. Gente del Instituto de Bienestar Rural (IBR), Gobernación, Aduana, Policía, jueces, hacían su negocio mirando otro lado cuando los rollotraficantes nos iban dejando sin madera.
El resultado ahí está: donde estaban los bosques, hoy tenemos una mesa de billar.
Temor a la destrucción
En la región de San Lázaro, y otras localidades del departamento de Concepción, los propietarios de grandes reservas de bosques temen despertar la avidez –que, en rigor, nunca duerme– de las personas inescrupulosas que, una vez concluida la ruta, penetren con sus sierras a tumbar los árboles. Aun sin la ruta, se entra en la propiedad privada para depredar y alimentar los hornos para hacer la cal.
Una vez habilitada la ruta que unirá San Lázaro con la capital departamental, las autoridades, si van a cumplir con sus obligaciones, tendrán mucha tarea para hacer que la posibilidad progreso de una región no se convierta en una maldición.
Ahora es el momento exacto para diseñar las estrategias de control y seguridad. Treinta meses están a la vuelta de la esquina, y no es cuestión de que después desaparezca también la esquina.
Treinta meses es el tiempo estimado para la conclusión de la ruta. Pero aunque, por algún motivo, vaya más allá de lo previsto, igual no debe dejarse a la improvisación el proyecto de hacer que esa vasta y rica región añore después su aislamiento.
Una vez habilitada la ruta que unirá San Lázaro con la capital departamental, las autoridades, si van a cumplir con sus obligaciones, tendrán mucha tarea para hacer que la posibilidad progreso de una región no se convierta en una maldición.
Ahora es el momento exacto para diseñar las estrategias de control y seguridad. Treinta meses están a la vuelta de la esquina, y no es cuestión de que después desaparezca también la esquina.
Treinta meses es el tiempo estimado para la conclusión de la ruta. Pero aunque, por algún motivo, vaya más allá de lo previsto, igual no debe dejarse a la improvisación el proyecto de hacer que esa vasta y rica región añore después su aislamiento.