Monseñor Zacarías Ortiz falleció el lunes último, a los 85 años de edad, luego de padecer una serie de complicaciones de salud. Quienes lo tuvieron como guía pastoral lo recuerdan como una persona culta, muy preparada (conocía mucho la historia paraguaya), empática y generosa con un nivel de compromiso social que lo llevó a denunciar las injusticias y la desigualdad cada vez que le tocó la oportunidad.
Incluso, quedó en la memoria colectiva su valiente postura frente al ex caudillo colorado de Yby Yaú, Magdaleno Silva, quien por entonces era diputado y estaba involucrado en negocios turbios en la frontera. “Magdaleno Silva es el único caudillo de tipo clásico que queda en Concepción. Es tipo ‘El Padrino’, todos los que van a él siempre reciben una ayudita. Muchas personas le aprecian por responder a sus necesidades, viven bajo su sombra aunque hayan recibido medio kilo de galleta”, afirmó en el año 2007 en una entrevista concedida a ÚH sobre la falta de justicia y el miedo que vive la gente en el Norte del país.
Sin ataduras, denunció ante la prensa que los narcotraficantes cuyas fotos aparecían en carteles como personas buscadas por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) “se pasean tranquilamente, viendo sus propias fotografías”.
Ayer, lo velaron en presencia de familiares, allegados, obispos y sacerdotes en la Casa Artémides Zatti, situada dentro del predio de la parroquia Domingo Savio, en Fernando de la Mora. Allí pasó los últimos años de su vida.
“Era muy claro y firme ante las injusticias. Y dio muchas líneas de conducción y de comportamiento de la iglesia ante esas situaciones”, rescató monseñor Claudio Giménez, obispo emérito de Caacupé, quien concelebró anoche la misa de despedida. A la medianoche sus restos iban a ser trasladados a Concepción.
Quienes recibieron los sacramentos de la primera comunión y la confirmación atesoran sus mejores enseñanzas. “En este tiempo, donde estamos tan carentes de hombres virtuosos, generosos, su partida es una pérdida enorme”, sostuvo el escritor Óscar Pineda, quien tomó dichos sacramentos con el padre Ortiz cuando era párroco de San Vicente de Paul en Asunción. “Como historiador me duele cómo vamos perdiendo valores que antes eran propios del paraguayo y él era todavía el nativo paraguayo que tenía una generosidad sin límites, una persona difícil de encontrar y de ver”, valoró.
RESEÑA. Monseñor Ortiz nació en Arroyos y Esteros el 6 de setiembre de 1934. Se ordenó sacerdote el 14 de agosto de 1965, tras terminar sus estudios teológicos en el Instituto Internacional de Villada, Córdoba, Argentina.
En 1985 asumió el cargo de inspector salesiano del Paraguay. El 12 de marzo de 1988 fue nombrado obispo por el papa Juan Pablo II, durante la visita de este al país. Fue consagrado en la Catedral de Asunción el 26 de junio y tomó posesión del Vicariato del Chaco el 1 de julio de ese año.
En la Santa Sede, el 13 de julio del 2003, Juan Pablo II lo nombró Obispo de Concepción y Amambay.