En una cálida tarde del mes de los enamorados; Don Marcelino López Aguilera (93) juró amor eterno a Doña Silvia Arévalos (hoy con 92 años). Fue el 8 de febrero de 1945 en una humilde capilla de la ciudad de Horqueta, departamento de Concepción. La pareja tuvo seis hijos: Arcenio, José, Victoria, Dahiana, Lucía y Juana. Hoy, lejos de su ciudad natal y ya con los achaques que trae el tiempo, siguen compartiendo los días muy enamorados como hace años.
Don Marcelino y Doña Silvia emigraron hacia la Capital y hace 35 años se instalaron en una humilde vivienda de la compañía Maka’i de esta localidad para continuar su vida cerca de sus hijos, sus 33 nietos y 20 bisnietos que se establecieron en esta ciudad.
“La comprensión, la constancia y la comunicación nos ayudaron a seguir juntos, pese a los grandes problemas que nos dio la vida. La situación económica y el desafío de hacer estudiar a nuestros hijos nos alejó un tiempo. Mi mujer fue al pueblo de Concepción con mis hijos y yo me quedé en la chacra a trabajar por mucho tiempo, pero la constancia y el amor nos dieron fuerzas”, dijo don Marcelino.
La pareja indicó que actualmente los jóvenes fracasan en sus relaciones sentimentales porque existen muchas tentaciones, mentiras y corrupción entre las parejas. Agregaron que uno debe conocerse lo suficiente para decidir casarse, lo que requiere de tiempo y que hoy las parejas se apresuran en vivir y luego se decepcionan unos de otros dejando hijos desamparados y familias destruidas.
“Antes existía el amor casto y puro, ahora hay mucho amorío que hace mucho daño a la pareja. Los jóvenes se apuran a tomar decisiones y no conocen a su pareja, si proviene de buena familia o si quiere trabajar. Es difícil sacar cosas buenas así, por eso fracasan”, dijo Silvia.
La pareja compartió un almuerzo dominguero con sus hijos para conmemorar el aniversario de bodas y luego renovaron sus votos matrimoniales en el Santuario Virgen del Rosario de esta localidad.
Don Marcelino y Doña Silvia emigraron hacia la Capital y hace 35 años se instalaron en una humilde vivienda de la compañía Maka’i de esta localidad para continuar su vida cerca de sus hijos, sus 33 nietos y 20 bisnietos que se establecieron en esta ciudad.
“La comprensión, la constancia y la comunicación nos ayudaron a seguir juntos, pese a los grandes problemas que nos dio la vida. La situación económica y el desafío de hacer estudiar a nuestros hijos nos alejó un tiempo. Mi mujer fue al pueblo de Concepción con mis hijos y yo me quedé en la chacra a trabajar por mucho tiempo, pero la constancia y el amor nos dieron fuerzas”, dijo don Marcelino.
La pareja indicó que actualmente los jóvenes fracasan en sus relaciones sentimentales porque existen muchas tentaciones, mentiras y corrupción entre las parejas. Agregaron que uno debe conocerse lo suficiente para decidir casarse, lo que requiere de tiempo y que hoy las parejas se apresuran en vivir y luego se decepcionan unos de otros dejando hijos desamparados y familias destruidas.
“Antes existía el amor casto y puro, ahora hay mucho amorío que hace mucho daño a la pareja. Los jóvenes se apuran a tomar decisiones y no conocen a su pareja, si proviene de buena familia o si quiere trabajar. Es difícil sacar cosas buenas así, por eso fracasan”, dijo Silvia.
La pareja compartió un almuerzo dominguero con sus hijos para conmemorar el aniversario de bodas y luego renovaron sus votos matrimoniales en el Santuario Virgen del Rosario de esta localidad.
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