Pese a las eternas promesas por parte de los gobernantes de turno, la postergación del primer departamento por la falta de caminos continúa siendo la única realidad. Según vecinos de la zona, la ruta solo existe en los papeles y su construcción seguirá siendo una utopía, por no calificarla como “chiste de mal gusto de la clase política”.
Para competir en el marco una economía cada vez más globalizada, gran parte del éxito pasa por asegurar la comunicación. Sin embargo, para los políticos de nuestro País, la construcción de una ruta vital como esta solo seguirá siendo un discurso, el preferido en épocas de elecciones.
Es sabido que con la construcción de unos 214 km de la carretera troncal Nº V que une Concepción con Vallemí hasta llegar a San Carlos del Apa, le permitirá al país extender sus fronteras agropecuarias al incorporar a la economía nacional vastas zonas agrícolas y ganaderas. Incluso ayudará a impulsar el desarrollo industrial de la región.
No olvidemos que en el norte del departamento existen innumerables caleras, además de otros proyectos para la instalación de nuevas cementeras. También se podrá desarrollar el potencial manufacturero que ofrece las canteras de mármol para uso ornamental (únicas en su tipo por su rara y singular belleza).
Se trata de productos con un alto valor agregado, cuenta con demanda asegurada, y se cotizan en alza en los mercados internacionales. Cabe resaltar que además de este gran potencial productivo, el primer departamento cuenta con recursos turísticos que se podrían explotar. Ejemplo de ello son los ricos sitios pesqueros del Riacho Lamone y la Isla Peña Hermosa por nombrar algunos de los lugares mas atractivos.
En estos sitios, es posible desarrollar la modalidad de turismo ecológico y de aventura (actualmente muy en boga) el cual atrae mayormente a turistas europeos.
Además, un camino de penetración hacia una de las zonas quizás más abandonadas de nuestra geografía nacional, afirmará nuestra soberanía en el norte del territorio hasta hoy ignorado, e incluso desconocido para muchas de las autoridades que residen cómodamente en Asunción.
LA GRAN AVENTURA
En la actualidad, para cubrir estos 214 km de distancia representa una verdadero desafío con final incierto. Ello solo es posible con buen tiempo y vehículos 4x4 equipados, y si es posible apoyado con vehículos de auxilio. La travesía normalmente demanda más de 24 horas, o lo peor, no se llega a destino.
En efecto, en los primeros 20 km hasta Loreto, el estado del camino ya denota la falta de una conservación elemental por parte de los que tienen la obligación de hacerlo.
Desde este punto, se puede optar para continuar por Paso Barreto a la derecha, o Paso Horqueta a la izquierda hasta llegar al puente sobre el río Aquidabán de 130 m de longitud, distante 46 km de Concepción.
Lo notable aquí es que este puente está en constante reparación y en una de sus cabeceras se encuentra la estación de peaje de la Gobernación para pagar este mantenimiento, lo cual constituye toda una paradoja.
Desde este puente, la “huella” que cumple la función de un camino, sigue por San Alfredo donde la “ruta” es cada vez más desastrosa y hasta se vuelve peligrosa, sobre todo los días lluviosos, por los innumerables zanjones que permanecen abiertos.
Más adelante, los puentes sobre el riacho La Paz y los arroyos Tagatiyamí y Tagatiyaguazú desaparecieron hace años y gran parte del recorrido se debe realizar por propiedades privadas. Pero a esto se suma otro inconveniente: existen restricciones horarias para cruzar por estas propiedades, lo que muchas veces obliga a los viajeros a pernoctar en el camino.
Un poblador de San Carlos del Apa refirió a nuestros cronistas que la última vez que apareció una máquina del MOPC por el lugar fue hace más de 11 años (en la época de Wasmosy).
Incluso aclaró que en esa oportunidad, la motoniveladora enviada por el ministerio solo llevó a cabo un “repaso” del camino, y que dado los enormes zanjones abiertos, hubiese correspondido realizar un cuneteo profundo y reconstrucción.