CONCEPCIÓN.- Jonathan Wink Soligo, hijo del fugitivo de la justicia y presunto narco Eireneu “Pingo” Soligo, lleva dos años encerrado en la cárcel regional de Concepción, y aguarda su libertad desde su celda, equipada con lujosas comodidades. El joven había sido detenido en el 2006 con 120 kilos de cocaína, según la acusación fiscal.Las condiciones de su encierro son privilegiadas, en el primer piso del correccional, en una zona apartada del resto de la población interna de un centenar de reos comunes, “Pinguito”, como se lo conoce, pasa sus días de privación de libertad rodeado de innumerables comodidades, una cama sommier, un acondicionador de aire, tipo split; un televisor de plasma valuados en 5 mil dólares, con conexión directa a canales de televisión extranjeros. Pero por sobre todo esto, el hijo del supuesto narco prófugo asegura que “prefiere mil veces su libertad” que vivir de lujo en una cárcel.
Incluso durante la visita de La Nación a su lugar de reclusión, se pudo notar la presencia de dos mujeres en dicha área vip, situación totalmente irregular ya que el lugar de las reclusas está en otro sector de la penitenciaría, si es que se trataban de mujeres privadas de su libertad.
Justificó los lujos de su celda con la injusticia de su encierro. “No tiene explicación la vida aquí, es muy difícil, no le deseo esta vida a nadie. Yo perdí mi libertad, tengo que procurar mi vida lo mejor que pueda para no pensar que estoy preso, encima por un delito que no he cometido”, manifestó.
El procesado Soligo sostiene que desde el principio de su captura está tratando de demostrar a toda la sociedad paraguaya que las pruebas que lo incriminan “fueron plantadas” por los agentes antinarcóticos. Una vez más, Jonathan ratifica que la querella por tortura que presentó contra agentes de la Senad tiene bases ciertas y asegura que “algún día se sabrá toda la verdad”.
“La denuncia de torturas por parte de agentes de la Senad no era mentira, nosotros fuimos torturados, todos saben que lo que hicieron conmigo es una injusticia”, explicó “Pinguito” en un cerrado portugués.
El reo espera con ansia el día del juicio para ver qué pasa con su situación procesal. “Desde el principio pedimos a la Fiscalía que se haga el juicio, pero a ellos no le interesa terminar este caso. Se pasan chicaneando como se dice vulgarmente”, agrega Soligo.
En cuanto a los 120 kilos de cocaína de cuya posesión ilegal se lo acusa, el joven aclaró que “todos saben que fueron plantadas las pruebas”. Sostiene que fue trasladado hasta la Agrupación Especializada donde lo mantuvieron incomunicado por mucho tiempo.
“SOY DIFERENTE A ÉL
”En el momento de hablar de las supuestas actividades delictivas por las cuales está acusado su padre, “Pinguito” se mantuvo reservado. Aseguró que “él es otra persona”, dando a entender que no puede ser prejuzgado por la condición de su progenitor prófugo.
Sobre su relación con su padre, señaló que desde el principio de su detención no habló más con él. “Tengo mi vida aparte, yo soy diferente que él”, respondió.