Milicianos colorados en Loma Clavel, luego de su triunfo ante las fuerzas revolucionarias, a fines de agosto de 1947.
Hoy se cumple el 61° aniversario del levantamiento de la unidad militar con asiento en Concepción y que significó el inicio de una guerra fratricida que dejó su marca profunda en la sociedad paraguaya. Aquel fatídico hecho es recordado por uno de sus protagonistas, el señor Sigfrido Maluff.Pasaron seis décadas de aquellos trágicos días que ensangrentaron a la sociedad paraguaya y abrieron profundas heridas en su historia reciente. Al respecto, don Sigfrido Maluff, protagonista de uno de los bandos en pugna, recuerda que aquel aciago 1947 se produjo en el Ejército paraguayo “el primer intento serio para la organización de nuestro país sobre bases democráticas y que, lamentablemente, fracasó, a mi criterio, por el incumplimiento de la orden general de maniobra del Comando de la DI 1, demostrando, desde el inicio de la operación, su intención de llegar por segunda vez a la presidencia de la República (refiriéndose al coronel Rafael Franco).
ACTITUDES INCOMPRENSIBLES
“En la Guerra del Chaco –dice– fue un combatiente valiente y gran conductor –comandó el II Cuerpo de Ejército– mimado por Estigarribia, que valoraba su capacidad y su arrojo. Se destacó en innumerables jornadas, tales como Cañada Tarija, Parapití, Charagua, Boyuibé y muchas más. Luego de meses de lucha (de marzo a principios de agosto), cuando las cosas parecían estar de lado de los revolucionarios, el coronel Franco “conociendo plenamente el plan general para caer sobre Asunción en un máximo de 40 horas por vía fluvial, y siendo el factor tiempo determinante para alcanzar la victoria, no se comportó como todos esperábamos.
“Comenzó por demorarse inútilmente cuatro horas en Puerto Ybapobó, a pesar de la insistencia del comandante del RC 1 (Ramos), autor principal de este plan magnífico y bien logrado en sus comienzos.
A pesar de la insistencia del mismo jefe que, por tres veces, envió al comando radiogramas urgiendo la marcha, en vez de eso, (Franco) le ordenó regresar a Ybapobó con su regimiento que en el Pollux seguía adelante a toda marcha. “Luego de reiniciada la marcha, al llegar a Puerto Antequera, el comando de la DI 1 desembarcó su tropa sin ninguna necesidad y fue hasta San Pedro, siguiendo su campaña proselitista. Demoró 18 horas en este operativo.
Lo estuvimos esperando todo ese tiempo en Puerto Rosario, preocupados por su demora, dando tiempo a las fuerzas leales a recuperarse y reorganizarse.
El comando, integrado en su mayoría por febreristas, le instaba tibiamente que se apresurara. Llegó a la noche del 2 de agosto (de 1947).
ATRASO IMPERDONABLE
“Cuando reiniciamos la marcha, llevábamos 24 horas de retraso y no encontramos resistencia de las tropas de Morínigo en todo el trayecto Rosario-Arecutacua, en vez de ser Asunción el lugar de llegada, como establecía el plan original de maniobra.
“Culminó su actuación cuando encontró 30 ómnibus que condujeron fuerzas gubernistas hasta Puerto Olivares y que fueron batidos por el RI 2 “Ytororó”, huyendo los mismos en desbandada. Este regimiento estaba comandado por el mayor Quintana Franco.
Lamentablemente, llevado por su entusiasmo, acompañó a su tropa en la persecución y cuando quedó en un bosquecillo a descansar con su asistente, fueron sorprendidos, degollados y salvajemente mutilados.
“Luego que cayera Emboscada, atacada y ocupada por nuestra DC 1, nos reunimos a la mañana siguiente, en casa de un alemán, frente a la plaza de la iglesia, los tres miembros del estado Mayor Revolucionario, más el comando de la DI 2, teniente coronel Granada, el capitán Bartolomé Araújo, comandante de mi regimiento, el RI “2 de Mayo” y el suscrito, que comandaba la sección de ametralladoras pesadas de la compañía de acompañamiento.
Esta reunión era idéntica a la que se realizó en Concepción, donde se me designó para dirigir el asalto a Puerto Milagros.
“El motivo de esta reunión en Emboscada era al efecto de trazar el plan de ataque de mi unidad, siempre reforzada con fusileros para cruzar al otro lado de Paso Ñandeyara, defendido por fuerzas gubernistas, e inmediatamente seguir y tomar Piquete Cué.
UN RODEO ABSURDO
“En ese momento llegó eufórico el comandante de la DI 1 (Franco), con un plan ya esbozado en su mente e informa al teniente coronel Aureliano Mendoza y al mayor Alfredo Galeano, en nuestra presencia, que tiene en su poder 30 ómnibus que transportaron a las fuerzas leales a emboscada y que embarcará al RI 3 “Corrales”, al mando del capitán Villagra Maffiodo, con todos sus pertrechos, más los soldados de su división, que entreguen sus vehículos y que maniobrara siguiendo esta dirección: Nueva Colombia - Loma Grande – Altos – y sobre el terreno, ver si sigue a San Bernardino o Atyrá, para salir en Caacupé y de ahí, previa limpieza, a Ypacaraí – Itauguá – Asunción.
“El comando, sin ninguna dilación ni cálculo, ni estudio de la situación general, dejando de lado un principio fundamental de la guerra –“No a la dispersión de las fuerzas”– le autorizó en el acto el operativo; pensando él en su entrada triunfal en Asunción para recibir todos los honores y ser ungido presidente provisional de la República.
“Nos dejó este desprendimiento con apenas 300 hombres en nuestro raleado RI 1, a pesar que sabíamos que el acceso a la Capital del país era más fácil por viñas Cué –Botánico– por ser más cerca y estar menos defendido, porque los dos regimientos de Ingeniería y la Caballería estaban operando en otro sector alejado del río.