LA MAFIA DE SAN ALFREDO

La mafia instalada en San Alfredo tiene un punto débil: existe un solo camino para entrar y salir hasta la colonia.

Para combatir con eficacia la destrucción de Paso Bravo, se debe asfixiar económicamente a los aserraderos que están traficando con madera robada.
Las instituciones del Estado tienen presencia en la colonia, pero no cumplen ninguna función. La comisaría permite el paso de madera robada y el puesto de Infona funciona en un aserradero.
El Ministerio Público y la Policía Nacional iniciaron hace unos días un operativo de control alrededor del parque nacional, movilizando unos 40 efectivos de la Agrupación Ecológica y Rural desde Asunción.
Dado que las comisarías son cómplices de corrupción, la Policía Nacional envió unidades operativas a 700 kilómetros de su base, para ejercer un control que debería ser rutinario para las unidades locales.
San Alfredo y los poblados montados alrededor de Paso Bravo utilizan la pantalla de la miseria para ocultar la devastación. Se habla de falta de trabajo, en procura de justificar el tráfico ilegal de madera y la destrucción de la vida silvestre.
Resulta lamentable comprobar que las mismas autoridades departamentales y la clase política de Concepción no tienen ningún reparo en aceptar el fin de Paso Bravo.
No sería raro que los aserraderos y los “campesinos sin rollo” cuenten con el respaldo político necesario para depredar, a cambio de buenos pagos en tiempos de elecciones.
Por eso no detienen la destrucción.