17 may 2010

Ataque se originó en la comisaría

Hugua Ñandu, Concepción.- (ABC) A las 22:00 del domingo 9 de mayo pasado, el general Bartolomé Pineda, comandante de la Fuerza Operacional Conjunta, se comunicó vía telefónica con el comisario principal Victorino Martínez, responsable del contingente policial que integra la Operación “Py’aguapy”.

Le informó de una operación militar en curso, con el objetivo de detener a Magna Meza. El comisario Martínez interrogó el sitio de la incursión y el general Pineda respondió: “Los comandos se dirigen al sector de Isla Tuya”, dando una falsa ubicación al jefe policial.
La fuerza de tareas se dividió en tres grupos:
Equipo Alfa: integrado por 44 efectivos, transportados en cinco camionetas y dos vehículos pesados. Objetivo: ejercer una acción directa sobre la vivienda donde Magna Meza estaría presente.
Equipo Bravo: integrado por 42 efectivos, divididos en tres secciones de 12 hombres cada uno, transportados en tres camionetas livianas y dos vehículos pesados. Objetivo: tomar el albergue Rebeca, donde estarían miembros de seguridad del EPP.

Equipo Charlie: integrado por 107 hombres, transportados en cuatro camionetas y 10 vehículos pesados. Objetivo: establecer un perímetro de seguridad externo, cubriendo todos los caminos que rodean a Hugua Ñandu.
Cada 70 metros hombres fuertemente armados debían impedir toda entrada y salida a la ciudad. La dotación estaba acompañada de una ambulancia, con personal médico; en Concepción se tenían en apresto dos helicópteros, uno artillado y otro ambulancia, así como un avión Cessna 206, donde se instaló una repetidora radial, para asegurar la comunicación de los comandos.

La balacera

La fuerza de tareas llegó a Hugua Ñandu desde Paso Mbutu, luego de pasar Horqueta. Al entrar en la ciudad, los equipos Alfa y Bravo debían girar a la derecha en la estación de servicio que se encuentra en la misma entrada. El camino conduce directo a la vivienda del cumpleaños. La columna motorizada avanzaba a 120 kilómetros por hora, desafiando el camino de tierra.
Al llegar a la estación de servicio, los vehículos pesados de Alfa pasan de largo y no giran a la derecha, como estaba planeado. Pasan raudamente frente a la comisaría de Hugua Ñandu y allí los conductores perciben el error. Se detienen a unos 80 metros, para retomar el paso. Una sección del equipo Bravo estaciona frente al bar Rebeca, tal como estaba previsto. Los comandos se abren en dos columnas, una ingresa por el costado derecho de la vivienda y la otra atraviesa un patio baldío, por la izquierda. Luego de ingresar unos 15 metros, el oficial de la sección izquierda escuchó el característico sonido metálico de un arma cuando se carga e inmediatamente el primer disparo, probablemente de una pistola. Lo que vino después fue el infierno: “Dispararon ráfagas consecutivas. Eran fusiles ametralladoras. Nos tiramos al piso y nos cubrimos donde podíamos porque tiraban a matar”. Un oficial al que entrevistamos recordó que los disparos venían desde la derecha de la casa, de un sitio ligeramente elevado a causa de un talud, cubierto por una vegetación abundante.Tenía mi casco de kevlar y puse mi cabeza apuntando hacia el lugar de donde venían las ráfagas de ametralladoras, esperando que me sirviera de protección por si alguna bala me alcanzaba”, dijo otro. El oficial al mando, al comprobar que los disparos venían del fondo de la comisaría, gritó tres veces: “¡Fuerzas Armadas! ¡Fuerza amiga! No disparen!”. La identificación no sirvió de mucho, puesto que los disparos no cesaron.
Allí responden los militares al fuego hostil, con la precaución de hacerlo por encima de la altura de una persona, para evitar una masacre.

Rodean la comisaría

Mientras tanto, los dos vehículos pesados del equipo Alfa que pasaron de largo la estación de servicio, quedan frente a la comisaría al notar el nutrido fuego dirigido hacia sus compañeros.
Ingresan velozmente el patio y sorprenden a los policías, que estaban vestidos de civil. Al verse rodeados, los agentes de la comisaría de Hugua Ñandu suspenden los disparos, fueron desarmados e inmovilizados en el piso. En ese momento, los comandos militares no sabían si tenían enfrente a policías o al anillo de seguridad de Magna Meza. El intercambio de disparos fue breve, pero nutrido. En el piso de la comisaría quedaron vainillas servidas de las armas de los policías, así como rastros de los proyectiles militares que habían impactado en diversos puntos. Según informaciones de inteligencia militar, que fueron chequeadas con versiones de informantes, Magna Meza estuvo en Hugua Ñandu en la noche del sábado 8 de mayo. El incidente causado por los policías permitió a la miembro del Ejército del Pueblo Paraguayo escapar en motos, con la ayuda de su anillo de seguridad, según la versión de los oficiales militares.

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